EL
AÑO DE LA FE
S.S. el Papa Benedicto XVI ha querido
dar inicio a una de sus cartas apostólicas recurriendo a la figura de una
puerta: la Carta Apostólica Porta Fidei (La Puerta de la Fe) del
11 de Octubre de 2011. Entrar por ella da inicio a la experiencia más grande
que el hombre jamás pudiera imaginar: la Vida Eterna. El Papa convoca a todos
los cristianos del mundo entero que hemos cruzado por esa puerta a recuperar el
gozo de creer y de vivir en la fe que nos une a Dios en la Iglesia. Por eso
convoca un “Año de la Fe” que comienza el 11 de Octubre de 2012, en el 50
Aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, y terminará en la
solemnidad de Jesucristo, Rey del universo, el 24 de Noviembre de 2013. “Fe” es
una palabra de apenas dos letras, pero su significado tiene un alcance muy
profundo. ¿Qué significa creer? ¿Qué sentido tiene decir que tengo fe? Hablar
de fe es aceptar alguna verdad revelada, es confiar que eso que creo es verdad,
y es esperar en que eso que creo lleve a cabo su cometido. Sin embargo, la
puerta de la Fe a la que se refiere el Papa va más a lo profundo, hacia una fe
que nos introduce en el misterio de Dios mismo, que nos lleva a estar en
comunión con Él, que plasma nuestro corazón con la gracia que transforma. Creer
“es
la opción personal básica por la que el ser humano, sostenido por la gracia y
la confianza en el poder de Dios que opera en el Señor Jesucristo, responde
confesando el acontecimiento salvífico de la revelación de acuerdo con la
Iglesia” (Diccionario de Teología Dogmática, Wolfgang Beinert). Creemos
en Dios porque Él se nos ha dado a conocer en nuestro Señor Jesucristo, como el
amor que perdona y nos llama a la comunión. La respuesta del ser humano a esta
llamada es la Fe. Por la fe el hombre acoge la voluntad de Dios como voluntad
propia y somete libremente su inteligencia al misterio de Dios que se revela. A
este acto de entrega por parte del hombre, la Sagrada Escritura le llama “la
obediencia de la Fe”, de la que el Patriarca Abraham es el modelo, y quien la
lleva a su realización más perfecta es la Santísima Virgen María. Esta Fe,
afirma el Papa, es esencialmente Trinitaria y Pascual, pues siendo iniciados en
ella por medio del bautismo con el que podemos llamar a Dios con el nombre de
Padre, se concluye con el paso de la muerte a la Vida Eterna, fruto de la
resurrección del Señor Jesús que, con el Don del Espíritu Santo, ha querido
unir a su misma gloria a cuantos creen en Él.
La
fe es ante todo, un acto de adhesión personal del ser humano a Dios, y un acto
de aceptación a toda verdad a toda verdad que Él ha revelado: creer en Dios se
complementa con creer a Dios, o sea, depositar la confianza en Él a adherirse a
las verdades por Él reveladas.
Es
importante ratificar que la Fe es un Don de Dios, un regalo, algo que se ha
dado por gratuidad desde el día de nuestro bautismo, una especie de “semilla”
que es sembrada en un poco de tierra y que es necesario forzosamente, ir
cuidando de ella, de hacerla crecer, de nutrirla, de podarla, abonarla, regarla
y sobre todo, amarla. Me viene a la cabeza una lámpara de aceite, de gran
valor, que se me fue obsequiada y que corresponde, nada más que a mí, que esa
lámpara funcione correctamente y brille sin apagarse; necesitaría ir
adquiriendo constantemente el aceite para estarla nutriendo y vigilar que no se
apague. Este es el objetivo del Santo Padre el Papa, de redescubrir el camino
de la Fe para iluminar de manera cada vez más clara la gran alegría y el
entusiasmo del seguimiento de Jesucristo. Dentro de la Eucaristía qué
maravillosa exclamación: “Este es el Sacramento de nuestra Fe…”
Pues el mayor de los regalos que el Divino Señor quiso dejar, sólo se descubre,
se entiende y se acepta a través de la Fe. La fe va más allá de simplemente
“creer”, es vivir experimentando con certeza la verdad vivida.
¿Cómo
poder alimentar nuestra Fe para hacerla crecer? La oración es indispensable; íntima comunicación y comunión con el Señor a través de
mi deseo firme de “permanecer con Él” y “estar en Él”, y llevarlo a cabo. El estudio: adquisición de conocimientos para poder entender las
realidades creíbles recibidas. La escucha de la Palabra de Dios:
leer la Palabra de Dios, con escucha atenta, con deseo firme de descubrir lo
que Dios me dice a través de su Palabra, meditándola serenamente, y con el
deseo de querer corresponder con mi compromiso personal.
Dios ya nos dio la Fe (Rom 12,3; 10,8-17) desde el día de nuestra unión
íntima con Jesús, el día de nuestro bautismo, nos corresponde a cada uno de
nosotros hacernos responsables para desarrollar nuestra Fe. ¡No podemos perder
lo que no tenemos!, la fe se puede sofocar y extinguir si no la alimentamos,
como la hoguera que necesita ser “atizada” para mantenerla viva.
Pbro. Mtro. Raúl Zarazúa Sánchez
No hay comentarios:
Publicar un comentario